lunes, 18 de agosto de 2008

Reflexiones sobre las guarras

Hola a todos.

Vuelvo a escribir después de 13 días de ausencia. ¿Los motivos? Hay muchos. El principal es que casi se me había olvidado que tenía algo llamado blog. Siempre hay algo mejor que hacer que estar enganchado al ordenador (por suerte, pienso así, hay muchas personas que hace tiempo que no ven la luz del Sol...): quedar con la novia, ir a la piscina, dar una vuelta por ahí o ir a trabajar 8 horas. Luego también esta el vicio electrónico: consola, PC, etc.

Luego tenemos el otro problema: no hay nada interesante sobre lo que escribir. Es decir, sí lo hay, pero no me he preocupado de saberlo. Seguramente sólo habría sido cuestión de sentarse a mirar las noticias y descubrir cientos de temas, pero, ¿para qué? Últimamente no he visto muchos noticiarios gracias a mi trabajo. Al menos me lo paso bien con mis compañeros.

En cualquier caso, al fin tengo algo interesante que contar. Es algo de lo que estoy particularmente orgulloso, algo que ha logrado llenar mi auto estima y mi ego.

Anoche estaba yo, como casi todas las noches, trabajando en McDonalds. Al igual que otras muchas veces, me tocaba estar fuera, limpiando detrás de los cerdos-clientes. De repente oí que alguno de estos puercos requería mi atención. Eran 3 chicas imponentes (únicamente de cuerpo). Lo sorprendente era que no querían ketchup, ni pajitas, ni quejarse de nada. Lo que querían era conocerme. Se les veía bastante contentas y convencidas. Contentas y convencidas, hasta que las dejé planchadas cuando les dije que tengo novia. Creo que les sentó algo mal. Incluso se enfadaron porque creían que lo decía para escapar de una de ellas (digamos que era algo "menos" imponente que las otras 2).

En cualquier caso, me convertí en el héroe de la noche. Luego todos los demás hombres que trabajaban por ahí me decían que "como había podido hacer esa estupidez". La verdad es que estoy orgulloso. Mientras que todos ellos solo pueden babear por guarras así, yo puedo darme el lujo de rechazarlas. Eso sí me gusta. Una vez más, se demuestra la simpleza de ciertas personas. Me explico.

Por casualidades de la vida, dos chicos habían escuchado mi conversación con las chicas. Luego resultaron ser dos amigos de otro compañero de trabajo. Me dijeron que antes de llamarme, habían oído diciendo a una de ellas a sus amigas: "¿qué os apostáis a que me lo follo?".

¿Es simpleza o no lo es? Estarán tan acostumbradas que les mimen sus chulos con coches caros de papa y tatuajes que creen que pueden conseguir todo con sus tetas de plástico. Aunque esto es sólo la simpleza de la parte femenina. Luego esta la parte masculina. Como ya he dicho, todos llamándome tonto por haberlas rechazado. Claro, habría sido mucho mejor dar de lado con mi novia e irme con tres guarras que no conozco de nada. ¿Porqué? Pues porque tenían 90-60-90. ¿Es tan simple?

Mi filosofía es diferente. Al fin y al cabo, ¿por aquí no hay guarras como ellas a miles, o a cientos de miles? ¿Acaso no hay más chicas con buen cuerpo que quieran follar con cualquiera? Todo eso está muy bien, pero follar es follar. Aunque sea la mejor mujer del mundo, después de unas cuantas veces es irremediable aburrirse de follar. Entonces toman baza otros factores como la simpatía o la inteligencia. Son cosas que mi novia tiene, y por supuesto, a ella ya me la follo. Es decir, no necesito follarme a ninguna otra, por muy Carmen Elektra que sea.

Y bien, como he dicho, esto me ha subido bastante la auto estima. En cierto modo me siento superior al resto de compañeros de mi edad del McDonalds. Es gracioso como sin pretenderlo he echado a tres bombones. Luego tenemos casos particulares que no lo logran ni queriendo.

Por un lado tenemos al señor A, que pretende ser el más ligón y el que más números de teléfono se apunta. La pena es que todos piensen que es gay, ya que las chicas de las que habla no aparecen por ningún lado.

El otro es el señor B, el cual se "enamora" de todas las chicas que entran a trabajar en McDonalds. El ritual viene a ser siempre el mismo. Primer paso: te enseño mi "super-coche" (nótese la ironía). Segundo paso: te llevo un par de veces a tomar un café. Tercer y último paso: te insinúo que quiero algo contigo y luego me dejas planchado diciéndome que no (por no decirme que soy feo o tonto, porque acertarías con las dos cosas).

El resto de señores CDEF y etc. son todos lo mismo. Cada vez que entra una chica en el restaurante usan una fórmula verbal genérica: "Dios mio menuda rubia/morena acaba de entrar, vaya tetas/culo que tiene". Si sabéis algo de matemáticas, habréis visto que esta fórmula ofrece tan sólo cuatro posibles construcciones diferentes. Más interesante será cuando os diga que la mitad tienen novia o están casados. Aún así no se cansan de mirar chicas y más chicas. Chicas que, al fin y al cabo, son todas iguales: mismas ropas, mismo cuerpo, mismas caras de guarras. Supongo que la rutina del trabajo no les deja otra (además de la rutina de tener una pareja que no les gusta).

Bueno, con esta quilométrica entrada queda inaugurado el blog de nuevo.

Un saludo.

2 comentarios:

Miguel V.G. dijo...

jajaajajajajaj


estás flipao tio xDDDD


muy en tu linea,
un besito wapo muaaakk ¡'¡'¡'¡'

Miguel V.G. dijo...

tu entrada ma inspirao a escribir una k he publicao hace un momento¡'¡

a ver k te parece jajaja