domingo, 9 de noviembre de 2008

Creencias del pasado

Hola a todos.

Anoche, un sábado, opté por hacer algo distinto. Me senté a mirar la televisión, La 2. Es increíble como este canal menospreciado y marginado es de lo más cultural y más libre de basura que se puede encontrar hoy en día. Anoche emitían su "Noche Temática". Trataban casos de niños con enfermedades severas. Un caso en particular era llamativo.

Se trataba de una niña que estaba sufriendo un crecimiento deforme de su columna vertebral. La operación consistía en extirpar el músculo que estaba torciendo la columna y le estaba inhabilitando para andar. En un principio, es una operación complicada, ya que si la médula espinal se viera dañada, sería fatal. Sin embargo, en este particular caso, había una complicación extra.

La madre es Testigo de Jehová. Por tanto, según su creencia, no podía permitir transfusiones de sangre. Para quien no entienda esto, lo explico brevemente.

Durante la operación, es fácil que algo salga mal y haya una hemorragia. Normalmente da igual, ya que si se pierde mucha sangre, se pueden hacer transfusiones mientras se opera usando bolsitas de sangre donada previamente.

En este caso eso no era posible debido a la creencia de que Dios considera la sangre como algo sagrado y como algo que sólo proviene de él. Por tanto, hacer una transfusión equivaldría a hacer caso omiso de sus mandamientos.

Por supuesto, con este impedimento, es mucho más fácil que algo salga mal y que la niña muera. Y aquí llega el dilema. ¿Merece la pena?

La cosa es que la madre firma un papel, en el cual declara que ella ha elegido esto de forma voluntaria y que exime a los médicos de toda responsabilidad.

Es decir, decide que si algo sale mal, importan más sus creencias que la vida de su hija. ¿Es cruel o insensato esto?

Si lo piensas bien, realmente esta todo calculado. Para la madre, es mejor que la hija muera en la operación, pero que luego sea acogida por Dios y viva feliz eternamente, a que se salve con la transfusión de sangre, ignorando las "órdenes" de Dios, y que cuando muera de vieja ya no pueda ser acogida en la felicidad.

Lo mejor de todo es que la niña es consciente de que creer en Dios es un acto de cobardía que significa que uno no puede afrontar lo que pasará cuando muera (opina igual que Stephen Hawking por lo tanto). Es decir, esa creencia da seguridad y valor, pero sólo es eso, una creencia. Desde luego, nadie sabe con certeza lo que pasará...

De todas formas, es más difícil imaginarse la nada que imaginar que iremos a un lugar mejor y seremos felices para siempre. En cualquier caso, dudo mucho que importe lo que creamos, será lo que tenga que ser.

¿O acaso Dios es corrupto y abusa de su poder? ¿Sólo acoge a los que creen en él y se portan bien? Entonces ¿qué sería de un budista que se dedica toda su vida a vivir en paz y a transmitir sus enseñanzas? ¿De él no se encarga Dios, pero sí Buda? Pero entonces, ¿es que hay más de un dios?

Ya lo veis, no merece la pena preocuparse. Si la iglesia tuviera que explicar todo esto, dudo mucho que se atreviera a decir siquiera una palabra. En el mundo hay miles de dioses, amén de creencias de "lo que pasará después de morir". Que si paraíso, que si infierno, que si reencarnación...

Una cosa esta clara para mí, pase lo que pase, será lo mismo para todos. En ese caso, sólo un grupo tendrá la razón. Bueno, o uno, o ninguno, porque nadie lo sabe con certeza.

Volviendo entonces al caso que os comentaba, ¿de qué sirve sacrificar a tu propia hija para "mantener las creencias de toda una vida"? Es algo bárbaro lo de sacrificar personas, pero ahora es posible firmando un papel. En fin, menuda sociedad la nuestra...

Si algún médico hiciera caso omiso del "trato" y salvara a la niña con una transfusión de sangre, todo el colectivo de creyentes de los Testigos de Jehová le llevaría a juicio y le pondría una demanda millonaria, todo por salvar una vida humana.

Pues eso, no hay mucho más que decir.

Un saludo.

No hay comentarios: