jueves, 26 de junio de 2008

El mundo de las prestaciones

Hola a todos.

Hoy me apetece hablar de lo indefensos que estamos los usuarios y de lo importante que es la imagen de una compañía.

Hace unos días os contaba que me compré una bicicleta en Carrefour (¿a quién se le ocurre?). Pues bien, a los seis días fui a devolverla. Encontré tantos defectos que incluso me pregunté si había pasado algún control de calidad. La bicicleta tenía dos principales problemas.

El primero son los materiales usados. La bicicleta da el pego. Parecía muy bonita. Tenía un cuadro gordo y un amortiguador central. Sin embargo, también había otras cosas que no parecían tan bonitas: el cambio no era Shimano original (de hecho, no tenía ni indicadores pintados) y los engranajes del cambio no llevaban protecciones para que la cadena no cayera. En cualquier caso, dejando de lado las apariencias, la bicicleta en su conjunto era una basura. Casi todas las piezas eran de plástico en vez de aluminio. Además, la bicicleta era muy pesada comparada con otras de semejantes tamaños.

Por otro lado, el problema era el montaje de la bicicleta. Como bien sabréis, las bicicletas tienen el manillar y los pedales descolocados de forma que puedan ser mejor ordenadas en las estanterías. Al elegir una bicicleta, el encargado de la zona debe prepararla perfectamente para se usada. Esto no sucedió... En primer lugar, me dí cuenta de que el freno delantero tocaba la rueda sin apretarlo. Después, también vi que tanto las marchas como los platos estaban descolocados y no lograban hacer todo su recorrido. El sillín también estaba torcido.

Aunque luego reparé en que era normal que los platos fueran mal al cambiar. Vi que la pieza de plástico estaba partida... y eso sin hacer ninguno de mis saltos de bordillos o de campo a través.

No estaba dispuesto a reparar una bicicleta de tan mala calidad hasta el infinito. Fui y devolví la bicicleta. Menos mal que la historia tuvo final feliz.

Ahora estoy mirando otras bicicletas, aunque es complicado encontrar algo bueno. No soy pretencioso y me conformo con una bicicleta de gama baja (unos 200 euros). Sin embargo, que sea de gama baja no significa que deba romperse a la semana de comprarla. Esto es fácil de evitar si se compra de una tienda especializada, más si uno conoce al dueño.

Todo esto está muy bien, pero ¿como puede saber una persona algo así de antemano? Mi mayor temor es al pensar que dentro de algunos años deberé comprarme un coche. Mi única defensa es hablar con mi mecánico para aprender algo. La mayoría de coches son basura. Son muy bonitos y brillantes. Mientras los use cualquier tonto que se compra el coche para fardar, no pasará nada. Le hará a su coche 40.000 km en cinco años y seguramente siga tan feliz. Sin embargo, cuando el coche es comprado por alguien que lo necesita de verdad, entonces la cosa cambia. Muy pocas marcas resisten la paliza. Entre ellas, las marcas japonesas y alemanas pueden estar orgullosas de sus logros (salvo Opel).

Para combatir con esta evidente falta de calidad, las marcas apuestan por la publicidad. Vemos en televisión marcas como Ford, Fiat o Renault vendiéndose como lo mejor de lo mejor. A la hora de la verdad, éstos son los coches que más fallos tienen. Elevalunas rotos, limpiaparabrisas que no funcionan, lectores de CD que se estropean. Los fallos nunca terminan y el bolsillo se resiente.

Por todas estas cosas, siempre es mejor estar bien informado antes de comprar algo. No hay que fiarse de lo que digan los anuncios o los amigos. La única forma es hablar con profesionales neutrales que sepan del tema. Como bien se suele decir, a la larga, lo barato sale caro.

Un saludo.

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