viernes, 24 de octubre de 2008

En esencia

Hola a todos.

Ayer, como sucede a menudo en la universidad, tenía una hora libre. Había varias oportunidades para matar el tiempo: ir a la sala de ordenadores, ir al club social (la cafetería, vamos) o ir a escuchar una clase de Ángel Basterra.

Para quien no lo sepa, fue mi profesor de sociología en primero de carrera. Aunque a la mayoría de la clase no le gustaban sus lecciones (debido a su dificultad), a mi me parecían de lo más útiles. De hecho, después de las primeras clases, sólo íbamos a escucharle unas 20 personas (en la clase eramos 70).

Sea como fuere, cuando mis amigos me informaron de que tenían una hora de sociología, sin dudarlo preferí ir a escuchar a Basterra una vez más. Sin duda no me equivoqué. De nuevo, aprendí algo con el. En realidad, no lo aprendí, si no que lo recordé ya que sin duda lo debió de decir el año pasado también.

La cuestión es que, al principio de la clase, el profesor dió una charla para animar a los alumnos (algo poco habitual). Como siempre, explicó que cualquier asignatura que consista en pensar, como pueda ser la sociología o filosofía, cuesta más al principio. Sin embargo, sólo hace falta empeño, paciencia y ganas por aprender. Con el tiempo, cualquier podría llegar a dominar la asignatura e incluso a disfrutarla.

Entonces, dijo algo que descubrió tras muchos años de su vida. "Yo de pequeño, tenía en clase a chicos mucho más listos que yo. Y bueno, yo estaba ahí, sabía que no daba para más. Sin embargo, aunque sabía que no era el mejor, siempre tenía pasión por aprender. Quería mejorar a toda costa. Y ahora, estoy convencido que estoy mucho más capacitado que cualquiera de mis compañeros. Al final, eso es lo que cuenta, la pasión. Aunque haya otros mejores, si tu le pones pasión, con el tiempo y la perseverancia acabarás siendo muy bueno."

¿Acaso no es así? ¿No parece muy fácil? De hecho, lo es. Cualquiera puede comprobarlo en su lugar de estudio o trabajo. Siempre hay unas pocas personas que estan inquietas, se preocupan por hacer todo lo mejor posible, por aprender algo nuevo cada día, por hacer todo lo posible. Después, está el resto, que sólo se dedica a pasar un día tras otro sin aportar nada a su experiencia vital. Y ahí es donde comienza la distinción entre las personas. Unos siempre irán a mejor, escalando peldaños. Otros acabarán en el mismo sitio en el que empezaron. Es decir, su vida no habrá sido aprovechada. No es cuestión de ser más listo si no de apasionarse por lo que se hace.

Y a parte de esta lección sobre la vida, nos dió otra sobre el capitalismo. Nos explicó otra de las esencias del capitalismo.

Éste se basa en la comercialización de todo. Fabrica productos que no necesitamos (ya sabéis que lo imprescindible es el alimento, la bebida, el alojamiento, la ropa y muy poco más; todo el resto son cosas supérfluas), luego fabrica necesidades falsas. Así pasamos a necesitar cosas de todo tipo. Y claro, a base de comprar uno se cree mejor, más original y superior. Esto sólo alimenta el egoismo y el narcisismo. Cuanto más crecen estos sentimientos, más se debilita el instinto gregario humano. Todo esto le viene de perlas a los que controlan todo. Un gran grupo de individuos puede ofrecer mucha resistencia. Un individuo sólo no puede hacer nada. Los narcisistas nunca se juntarían por una causa común. El resultado, unas personas cada vez más inmersas en el consumismo, cada vez más solitarias e independientes. El único problema es que pase lo que esta sucediendo ahora: crisis económica. Si los sujetos no pueden seguir comprando para alimentar su narcisismo, entonces todo el sistema se va a la porra. Ahora conviene salvar a la sociedad. Nosotros creemos que por nuestro bien. Ellos saben que por el suyo propio.

Un saludo.

P.D. Por si no se entiende la foto, os diré que el título es "egoismo".

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